December 7, 2024
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“Me concedo permiso”

Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.

Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar. Jorge Bucay

Sabemos que si no somos auténticos difícilmente podremos ser felices. Nos damos cuenta de que no ser quienes somos en realidad nos ocasiona sufrimiento y consume nuestra energía creativa tratando de sostener los roles prefijados. Nos quejamos de la falta de contacto afectivo sincero con nuestros seres queridos. Y en gran medida, somos nosotros mismos los que no nos animamos a ser quienes verdaderamente somos.

La pregunta obvia persigue a los individuos desde el comienzo de la civilización incluyendo a filósofos, psicólogos y sociólogos: ¿qué nos impide ser auténticos? La respuesta también es obvia: El miedo.

Y más precisamente, todos los hábitos evitativos y paralizantes que hemos adquirido como consecuencia del anclaje en algún miedo, propio o ajeno. El miedo es, entonces, causa y consecuencia de la conducta neurótica, y, hasta cierto punto, también su definición. El miedo condiciona, limita, restringe, achica y distorsiona nuestras vidas.

Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.

Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.

Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.

Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.

Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.

Estos cinco permisos esenciales condicionan nuestro “ser persona”. Y ser persona es el único camino para volverse autodependiente. Porque estos permisos me permiten finalmente ser auténticamente quien soy.

El primero dice que si yo soy una persona tengo que concederme a mí mismo la libertad de ser quien soy. ¿Qué quiere decir esto? Dejar de exigirme ser el que los demás quieren que sea: el que quiere mi jefe, el que quiere mi esposa, el que quieren mis amigos o el que quieren mis hijos. Ser persona es darme a mí mismo la libertad de ser el que soy.

Es probable que a muchos no les guste que sea el que soy; es probable que cuando otros descubran que soy el que soy, y que además me doy la libertad de serlo, se enojen conmigo.

Todos podemos llegar a ser personas, pero si no empezamos por este permiso, no hay posibilidades; nos quedaremos siendo individuos parecidos a muchos otros individuos que se sienten a sí mismos diferentes, pero que obedecen y pertenecen al club de aquellos que no se dan el derecho de ser quienes son; que intentan parecerse a los demás.

BY: losconsejosdelconejo

 

 

 

 

 

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