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“Hacia La Transformación”

Todo pensamiento, toda emoción que liberemos, tendrá una rápida respuesta en nuestra realidad. Estamos materializando el cambio porque la crisis y el cambio se gestan al mismo tiempo en nosotros.

La postura a adoptar por aquellos que comienzan a cobijarse en el amparo que les provee lo sagrado como reemplazo de lo profano debe ser la de la paz interior, la comprensión y la compasión, el trabajar con la intención, el equilibrio y, por sobre todas las cosas, poner todo en práctica desde el amor. Se debe estabilizar y neutralizar la energía producida por el miedo, la inseguridad y la inestabilidad que muchos liberarán durante el transcurso de los acontecimientos. Nada de esto sucedería si todos juntos pudiésemos lograr la comprensión y la asimilación del colapso de lo antiguo como algo necesario para dar paso a algo nuevo, logrando un cambio ordenado de un sistema a otro.

Todo aquel que abrace cualquier energía que no sea la del amor por la vida, el amor por sí mismo y por el prójimo se sentirá incómodo frente a las nuevas energías, ya que se resistirá a un mandato superior y sólo estará retrasando –con su propio sufrimiento– lo inevitable. Si no están dispuestos a integrar y reconocer la energía superior como suya propia proyectarán la ira, el odio, el descontento y el miedo como resultado de su resistencia.

Quienes no sean capaces de aceptar los llamados a una nueva forma de vida y se resistan a hacerla proyectarán sus emociones de no unidad sobre los demás, pues cuando experimentan la energía de la unicidad por vez primera sienten un vacío y reaccionan exactamente de manera opuesta a como deberían.

Ya asoman señales inequívocas de que la crisis interna del hombre se manifiesta en todo lo que el mismo hombre creó externamente. Las personas tienden a conservar intactos todos sus bienes y pertenencias, sin saber que con ello se arraigan a la crisis. El saber liberar, abandonar y reemplazar por lo nuevo son factores indispensables en un proceso de cambio. Sería tonto defender un objeto sin valor real poniendo en riesgo lo valioso que tenemos: nuestras vidas.

Las muestras de la caída del sistema están por doquier: crisis energética, crisis financiera, crisis política, crisis ecológica, etcétera. Las nuevas energías aceleran el proceso de creación mental.

Todo pensamiento, toda emoción que liberemos, tendrá una rápida respuesta en nuestra realidad. Estamos materializando el cambio porque la crisis y el cambio se gestan al mismo tiempo en nosotros.

Debemos aceptar con conciencia que el mundo futuro depende de nuestra propia capacidad cocreadora para concebir ese futuro. El poder se transfiere desde los grandes imperios que dominaron el mundo durante la noche oscura de la conciencia hacia cada uno de los habitantes de la Tierra. El futuro del planeta será diseñado desde nuestras propias necesidades y no desde las de los imperios y de las fuerzas involutivas, por lo tanto toda aspiración errónea nacida del ego y del servicio a uno mismo, por sobre el interés común, no tendrá cabida. Cada uno de nosotros siente en lo más profundo de su ser el hartazgo frente al desgarro del alma provocado por un sistema injusto y desequilibrante surgido del odio, la ambición, los rencores y la falta de compasión.

Cuando la transformación va ganando a cada habitante del planeta trae como consecuencia un cambio en los eventos mundiales profetizados, porque cuando la conciencia de cada uno de nosotros se eleva, se eleva también la frecuencia de manifestación de la nueva realidad planetaria. La red cuántica que nos une se va llenando lentamente de nueva conciencia de luz, limpiando así la inconciencia oscura que domina el mundo actual. Debemos tomar conciencia y aceptar, finalmente, nuestro papel dentro de la creación, dentro del impacto que generan nuestras fuerzas emocionales y de pensamiento en el todo. Nuestro desafío es renacer dentro de nosotros mismos, dentro de nuestros propios cuerpos, estableciendo primeramente una nueva relación con nosotros mismos para posteriormente adoptar una nueva relación con lo creado. No lograremos transformar el mundo sin antes transformarnos nosotros. Somos seres maravillosos con un enorme potencial, sin reconocer la capacidad que tenemos a nuestra disposición para crear realidades. Somos unidades cuánticas capaces de absorber energía, comprimirla, procesarla en nuestros corazones y devolverla a la creación en la forma de emociones puras con conciencia, en la forma de amor incondicional.

By: lamenteesmaravillosa

 

 

 

 

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